Aunado al dolor por la desaparición de un ser querido, las redes de apoyo de las mujeres que buscan a sus hijas e hijos desaparecidos se transforman de manera radical. Las madres se aíslan y sufren de:
- Distanciamiento familiar
- Pérdida de amistades
- Estigmatización y criminalización de la propia familia
Erróneamente, conocidas/os, familiares y amigas/os suelen pensar que las personas desaparecidas estaban involucradas en actividades criminales y creen que al alejarse evitarán vivir una experiencia similar.
Lo cierto es que, por regla general, las personas desaparecidas nunca consumieron ni comercializaron ningún tipo de droga ilícita y jamás tuvieron vínculos con el crimen organizado. Cualquier persona, en cualquier momento, puede ser víctima de desaparición.
El distanciamiento se acentúa cuando las personas cercanas piden a las madres que se resignen y que dejen de buscar a sus hijas e hijos desaparecidos. Entonces las mujeres se quedan aún más aisladas, sin vínculos de solidaridad y apoyo; sin personas que las acompañen en su búsqueda y en su dolor.